viernes, 24 de junio de 2011

PERFECTA


PERFECTA 

Un bulto diminuto llena el sostén, en los ojos un llanto.
Princesa de porcelana, guapa en el morado del pecho. Ropa interior más nueva, si el negro no me luce, el blanco no me queda.  Fea o bonita, andrógina  o asexual.
Él se mira y se flagela, ella mete sus dedos en la boca de él. Vomita bilis y con ese acido agrio, ella se masturba hasta que su clítoris sangra, con dolor y alegría.
Pierde proteína, su cabello cae como el de una mujer con un exceso de células cancerosas.
El poema grita a la letra, ella le grita al espejo. En sus costillas se encuentra un abismo. Diabetes y gastritis, no comida en dos días, y un vodka para rematar al hígado que fluye como un plato de hongos en la boca del drogadicto.
Coca en la cruz del traqueto, morbo en ella como una sanidad perdida, el otro lado de la frontera en su personalidad inestable.
Otra vez, con mis dedos en la pera de mi boca, palpando mi garganta, llorando la vida, sufriendo la constante caída de mi mirada obsesiva.
Se marcan mis huesos y escucho a Lennon cantar “Let it be”, cuándo será que un hombre me toque la piel, el seno que llora la maternidad del desmembrado. Un aborto secreto, que se guarda en el vientre.
Un homosexual en el closet, junto a él monstro del armario, una mujer y un heterosexual…un desmembrado más, ¿cuánto hace falta para alcanzar la felicidad?
Ángel de pena en la guitarra. En su espalda el baile de la minora y la navaja, en mi mente el recuerdo del día. Lisa o Susana, inocencia interrumpida. En tus ojos ya no hay vida.
¡Qué guapa se ve la muerte!, tan pálida como la muñeca que se rompe. Perfecta, siempre perfecta, escultura sin grietas, llévame contigo, en tus ojos negros y tu piel blanca, donde hay abismo con la puerta del cuarto cerrada.
 Mírame la pena, la vida correr, la porcelana caer.
Mírame a mí, siempre perfecta, como una linda muñeca.

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