viernes, 18 de septiembre de 2015

SER MUJER

SER MUJER

Alguna vez te has puesto a pensar que somos una historia, una serie de fotos, de días y de noches que se pintan en naranja cuando nos percatamos de que estamos vivos, cuando controlamos los estados nocturnos y nos desnudamos en locas ideas, en pensamientos que vuelan por encima de nubes y de dioses. Es extraño como nos recorre un patrimonio ancestral, como el crepúsculo no sólo se ve en el cielo sino también en los corazones, cuando en el centro de ellos está enquistada la certeza de que algo en la vida está a punto de cambiar, y la incertidumbre de qué no sé sabe cómo resultará la noche.
                Sueño que hoy vemos la vida de color naranja, de color mandarina, de un venado tardeado en el llano… los pensamientos tranquilos darían paso a las buenas ideas, las mismas que hoy me permiten preguntarme por qué eres tan bella, por qué en ti se dibujan misterios, en ti ser espejo, ser mujer… un mito bañado de verdades tan difíciles de aceptar, que tocan los sentimientos en lo más profundo hasta llegar a ese tronco donde se maneja toda nuestra fragilidad, todo nuestro ser, lo que somos, fuimos y queremos, lo que quiero, lo que fui, lo que soy.
Todos estos años me he hecho la pregunta por lo que es ser una mujer, ese ser que pone su vida en su cuerpo, en su forma de encantar, en su forma de ponerse triste. Cuando lloro siento cómo las lágrimas pasan deslizándose dentro de mi cuerpo, cómo me tocan los huesos y la columna vertebral, como una alegría me rellena los pechos, me adelgaza la barriga y me engorda las sonrisas. Soy una guerrera y mi piel lo expresa, y mi pelo lo dice, y mis ojos lo gritan, o soy una guisa o una puta, una vendedora de rosas en la calle espinada, en la calle sin sangre, sangre que beso para demostrar que no estoy muerta, que mis labios tienen el color de la ira y del fuego. Cuando me maquillo no es para disfrazarme sino para demostrarle al mundo que soy algo más que cuerpo, que soy arte, que mi piel es color, que mi ojos son mundo, y por esto puedo tener todos los colores de la tierra, así sólo sea para deprimirme, para mandar todo, hasta el amor, a la mierda…
Ser mujer es para mí sentir con todo el cuerpo, saber que se está en un mundo de cambios, un recorrido de espadas y flores, de miedos, una barriga hinchada, un niño, un sentir en los senos, un latir allá abajo cuando nos posee la muerte, la posibilidad ausente de tener un hijo, una hija, a alguien.
Otras veces pienso, no sin indignación, que ser mujer es ser una publicidad andante, un estereotipo, una herramienta sexual, que si me muestro como soy estaré a punto de ser devorada por la noche, por esta ciudad de sombras que constituye todo lo que me rodea con un cumulo de pensamientos y de exigencias, de intenciones que se apoderan hasta de mis entrañas, y que hacen lo que quieran conmigo, que me visten, maquillan, disfrazan, de una forma determinada para aparecer en un comercial y darme, darme, darme, darme estupidez que no quiero, darme estados de dependencia, darme en mi sentido la creencia que estoy hecha sólo para dar, dar, dar, dar placer, dar hijos, dar comida, dar vida. Lo que yo quiero no es tener, no es dar, es ser, ser, ser, lo demás viene con eso.
Yo, yo mujer, soy una experiencia, soy un sentir, y es gracioso porque lo que más miedo me da es sentir, y principalmente sentirme mujer, bella, sensual, inteligente, que puedo dar vida, que puedo quitarla, que puedo enamorarme, sentir un orgasmo, sentir derretirme una vez al mes, que puedo ser hormona, entrega, sacrificio; que puedo aruñar y rasgar en la entrega de la pasión, que puedo dar todo cuando amo porque lo hago con el corazón, porque las mujeres tenemos, o eso creo, el amor en la sangre, en las venas, aunque nadie nos diga o nos enseñe qué se hace con eso, y principalmente, cómo se hace.

No sé por qué, pero hoy me miré al espejo, me vi desnuda, me vi vestida, me vi maquillada, me vi desnuda después de que él me visitó, me vi, y me vi naranja, pensante, llena de miedos, esos que aparecen siempre que una se propone crecer como lo que sea, sumado al hecho que nosotras siempre cargamos con dos mujeres, la que queremos ser y la que somos, y no es lo mismo que en los hombres, o al menos no lo creo, a ellos la vida no los fragmentó en el cuerpo…
Me diluyo en la sombras y en el cambio de los relojes, soy una nube en el cielo y me da susto perderme en el camino de mis sueños, volver a nacer, volver a sentir, volver a preguntarme qué soy, quién soy, y qué es ser eso que me dicen que soy. 

jueves, 23 de enero de 2014

Ningún lugar.

Ningún lugar.
Las sirenas odian el color blanco porque es el rumbo final, donde los barcos sus tripulantes visitan la muerte, donde ellas tienen impedido el paso, porque ya tienen dueño, porque son las amantes, las esclavas eternas de Poseidón. Miran el sol rojo y negro esperando quemarse, pero saben que están en el agua y que no se quemarán, así que nadan hasta la albura, pero, una vez se encuentran frente a ella, sus miradas se llenan de miedo, su dolor se vuelve intenso, sienten el aire del exterior enfriándoles el cuerpo, el alma… tienen miedo y vuelven a la oscuridad del océano, a los besos y a los encantos que otorgan a los viajeros terrestres que se aventuran a surcar aguas extrañas… los atraen y les roban sus almas y sus recuerdos; les quitan la luz y el aire que a ellas les falta.

Anna se levanta de su cama, es un domingo, y como todos los días, desviste su cuerpo no dando importancia al que la mira desde otro lugar, al lado del nido de avispas y del farol que le roza los parpados con su luz férrea en las noches de inconcebible sueño.
Se mira frente al espejo, ve las manchas saliendo, manchas negras y de morados bordes. Su piel es blanca como la leche de las vacas y las cabras, pero esas manchas la llenan de miedo y de asco, tanto así que le teme a la obscuridad dado que puede que en ésta, según ella, sus manchas crezcan y la absorban por completo… Ese farol de luz brillante es su consuelo en las noches, eso  y el fuego que siente dentro del pecho y que le salta por los ojos.
Sabe que su cuerpo, recientemente adulto y núbil, contiene aproximadamente 65% de agua, aproximadamente 45 litros de la misma. Cierra los ojos y se toca los pechos, las piernas, los cabellos rojos que le cuelgan hasta  los hombros, y danza desnuda con su vello púbico balanceándose graciosa y cosquillosamente entre sus muslos. Siente en su cuerpo una fogata de agua que le hace hervir la sangre.
De pronto, una fuente de energía la llena y la hace desbordar de euforia y de tristeza. La histeria se apodera de su cuerpo y queda paralizada frente a la ventana.
Ya es de noche. Él está ahí, la mira excitado desde el farol, siente como su mirada se descontrola y la rapta y la besa…  la ama profundamente… Mira su camisa blanca de botones, y despacio los separa. Anna lo mira puesto que su mirada es lo único que no ha quedado paralizada. Lo mira con atención y se sorprende…. ¡Es tan horroroso y tan bello!…tan hermoso. Tiene un gran agujero en el pecho, un agujero grande, inmenso; en ese agujero podría caber una mano adulto, incluso el brazo.
John fuma y por su agujero pasa el humo. Sabe que ella lo está mirando, sonríe y se acaricia las mejillas afeitadas mientras piensa y siente el otoño que le cae en el cuerpo como navajas suizas en temporada.
Ella llora y no entiende por qué. Experimenta una extraña sensación, como si su corazón fuese una manzana a la que le han dado un mordisco que le descose toda la carne. ¿Es eso amor?-piensa ella… ¡tanto dolor! Grita, y provoca que las luces de toda la casa se prendan y que sus padres salgan corriendo al segundo piso al auxilio de su hija, pero cuando van ella ya está tendida en la cama fingiendo un sueño que ellos no desean interrumpir, por muy falso que este sea.


Es lunes por la tarde y John ha salido a  caminar, a comprar cigarrillos y unas cervezas. En el camino mira en una tienda algo que le agranda las pupilas y le hace pensar  en ella.
Ya son las cinco de la tarde y decide volver a casa, cuando subiendo la colina en la que vive, muy cerca realmente de donde ella, es decir unos 200 metros de distancia, la ve, ve que ella baja mientras el sube. No puede evitar sentir pánico y como su corazón se echa para atrás mientras late con furia y descontrol; está quieto, paralizado, al igual que Anna que le ha reconocido. Ella no sabe que sentir en ese momento sólo duró pocos segundos, así que decide caminar, traspasarlo, sobrepasarlo, olvidarlo, estar lejos de él.
El sábado, como todos los días de John, se despertó tarde y antes de levantarse se quedó mirando el techo negro de su cuarto. A diferencia de Anna él ama lo obscuridad, y su deseo por ésta es lo que a ella sólo le causa angustia.
Se masturba antes de ir a desayunar, eyacula y cierra los ojos para concentrarse en sentir como sus testículos se desinflan.
Después de desayunar se toma su medicamento para la depresión. John vive sólo aunque por las constantes y siempre alarmadas y preocupadas llamadas de su madre, vive como si ella viviera junto a él, lo que le causa una irremediable sensación de displacer.
Ese sábado llegada la noche, al lado del farol y mirando ya se sabe a dónde, John lo decidió.
Anna vive con lo que sus padres le dan. John trabaja dibujando en las aceras retratos de la ciudad y sus transeúntes… no le va nada mal.
Ese lunes en la noche Anna está vestida con una pijama color piel que sus padres le compraron. Su cama está al lado de la ventana, ella se recuesta y busca a su posible enamorado, el cual es muy guapo a su parecer. No lo encuentra y le entra un cierto desconcierto; logra dormir, y por qué no, aunque con la  duda encima del sueño- ¿le habrá pasado algo?
Martes, miércoles, jueves y el no aparece- se habrá cansado de mí, será que ya no soy hermosa- llora estúpidamente y se comienza a cortar en sus manchas oscuras, que son para ella la posible causa de fealdad, y realmente siente que eso es algo más factible que posible, pero al cortarlas el dolor es insoportable y el líquido espeso que sale de ella es duro como la arena.
Es viernes, es de día y John está al lado del farol, la mira alistándose; ella ha corrido la cama y ha procurado no mirar más puesto que está segura que él ya no la mirara desnuda, lo cual le produce un algo confuso en la boca del estómago.
Anna se viste, se maquilla, se prepara para salir y eso es obvio; él la sigue con la mirada hasta la sala descubierta de cortinas, la mira salir y sonríe. Corre para esperarla bajo la colina. Siente que el corazón da pasos fuertes al frente, a punto de querer salir y cantar.
Anna sale de casa, baja lo colina, se distrae mirando el suelo, siente que hay alguien frente a ella, levanta la cabeza, se sorprende, se queda inmóvil, abre los ojos, intenta decir algo, pero respiración falla y sólo siente dolor en el estómago que se revienta por dentro.
John la mira, espera a que ella le mire, sonríe cuando ella le mira, y corre hacia ella con el objeto que había comprado de aquella tienda sólo para ella, y con ése objeto que brillaba con el reflejo del sol, la apuñaló en el estómago, una y otra y otra vez, y sentía como el cuchillo la penetraba y se excitaba ante esa situación, luego comenzó a apuñalarse a sí mismo… fue rápido pero no terminó ahí. John sabía de las manchas negras que rodeaban el cuerpo de Anna así que comenzó a acuchillarla en ellas, mientras ella gritaba y lloraba y la gente salía de sus casas para saber por qué.
Anna se siente traicionada, se siente tonta, siente rabia, y con la misma fuerza de ese hombre, y con las casi nulas y muy reducidas fuerzas de ella, dirigió el cuchillo al agujero que él tenía en el corazón, y lo subió con fuerza hasta que el filo le llegó a la garganta y la sangre se esparció por toda la colina.
John dirigió su peso hacia el pecho de Anna, y Anna sin fuerzas cayó, y mientras caían, ella y él se vieron en un lugar extraño lleno de agua en el que estaba también toda la ciudad, inundada como Atlántida o una Iberia sumergida. Sus cuerpos eran ligeros y todo sentimiento, de pasión, odio o excitación, se fue disolviendo de ambos. Sus miembros comenzaron a desintegrarse, a volverse polvo, él quiso tocar la mano de ella, y ella la de él, pero justo cuando sus dedos estaban a punto de tocarse él se volvió negro y se desintegró en polvo con una última sonrisa, y ascendió hasta los rayos de la esfera y consumido por el agujero de su pecho se convirtió en una mancha negra del sol. En ese momento Anna comenzó a caer con prisa mientras su cara se llenaba de espanto, y paulatinamente en un gesto pacifico… ya no había ciudad. Anna se desintegro, pero mientras lo hacía sus manchas desaparecieron y ella sonrió por ello. Se volvió luz, una luz blanca capaz de espantar a la obscuridad y en la que habitaba el aire; pero en el fondo de esa agua, de ese mar profundo que salió de sus cuerpos y se multiplicó, la tierra era negra y el mar era blanco, un blanco tan profundo al que no tienen paso los barcos, las sirenas y ni siquiera los dioses.

miércoles, 8 de agosto de 2012

Vienes partidos. El que viene a la madrugada.

La noche que educa, el morbo de tu adiós...angustia
¿Conoces a ese que se cola por la ventana a eso de las 2 o tres de la mañana?, como un extranjero de los días sin sentido, un prófugo del amanecer, un voyerista que se excita mirando ese libido lleno frío, esa amargura peleándose por las cobijas. Tal vez sólo sea una noche de divorcio materializada, como una pesadilla en nuestras cabezas espetando con miedo nuestras mentes sin certeza. Nena, creo, sólo creo, que se ha acabado el amor...tal vez lo supe cuando sin decirlo nos dijimos adiós.
Sospeché tu huida cuando te fuiste con ese ser etéreo pero perceptible, cuando vi la nevera vacía, como un hueco sin emoción y con hambre. Tal vez ya no sintamos, golpéame para comprobarlo, sé que lo deseas.
…pero ni tu ni yo sabemos su nombre. ¿Javier, tomas?, tal vez un tal Juan.
Tal vez nos hizo un favor pero mientras esta hiel me consuma mataré con sátiras morbosas todas las películas de amor.
¿Dónde pongo las cenizas de este amargo, adictivo y hostigarte cigarro?
Me comen los leones de los peluches que te haz dejado, y tus bragas son un rincón de vinos tan dulces que me hacen palpar con grima la más brava y fuerte resaca.

Valiente

Me quito las venas pero crecen como si fueran las raíces de un viejo árbol.
Quítame la valentía y así sabré que ya soy demasiado cobarde para recuperarla,
pero no me quites tus besos, no me revientes el pecho.

Cuando comienza el cuento de la madrugada tecleo las áridas tierras de la luna, y ella expulsa un polvo, como las lágrimas del barro seco, destapando mil cadáveres de sirenas. Llega la noche y siento como se rompen las cuerdas que vuelven a unirse cuando un brillo rompe la ventana y los griegos vienen a por mí, a matar con espadas oxidadas el cuerpo de acero y el alma de papel, que suena y resuena como cuerdas rotas y guitarras viejas

Me dejo en un viejo libro, muy quedo en las letras teñidas de desgano y mil tareas. Cierran los ojos los ciegos y mis pestañas se tiñen de blanco. Cuando más vivo se siente el olvido es que uno comienza a recordar, a tirar por la borda los sueños del triunfo fututo, y mi filosofía se vuelve un uso metafórico a lo que es la gerontofilia. Arrugado, arrugado, hay vida abajo de mi ombligo, pero sólo me excita la ninfa que se murió desapareciendo en el viento de antaño frenético.

Guardo crucifijos y me dejo la oración, amarrada entre los dientes viejos y torcidos. La lengua tuerta ya no ve lo que permite decir. La foca floja se ha comido las ostras  y el verde y mohoso campanario sólo ha dejado un relámpago de estruendo. Cuando uno se siente viejo ya no envejece, sólo comienza a desaparecer, como las olas de caramelo en la tierra de los glotones.
El semáforo se daña. Todos caminan, las nubes van a ningún lugar.

Hermanos, cojan los frutos que salen de mis brazos e ignoren mi llanto. Vuélvanse nubes, vayan a ningún lugar. Suenan las campanas como pólvora estallando queda.
Extrañamos para no olvidarnos, o tal vez para no recordarnos...el foco de luz estalla, y tú te vas, me revientas el pecho, me dejas sin besos, me dejas muerto y yo digo gracias...

SDFKSD

Bufón, bufón, no juegues conmigo. El chiste más perverso. Sonríe, el espejo llora. Mira, mira, el cielo está cayendo. Mira, mira, todos excepto tú han dejado de mirar...estás ciego mi amigo, estás ciego. Estamos sordos, créeme, nadie te oirá.

Los fantasmas se han ido a practicar el onanismo y los ángeles se han vuelto creyentes del antropomorfismo. El cielo se quema, y todas las plumas caen. No lo ves, ¿no lo ves? Muertos, todos están muertos, comienza de una vez a perder la fe.

Todos sonríen, todos se ríen; es nuestra catarsis, nuestra maldita libertad, ya nadie pregunta por qué, todos nadan como peces en la alcantarilla. Nos acostumbramos al veneno y cuando nos damos cuenta de que podemos abrir los ojos, de que podemos saltar...ZAS. Te digo mi amigo que yo prefiero saltar. Rompe el cristal con gritos patéticos, rómpeme la cara, viólame y destrózame y mira cómo estoy tan calmado. Nuestra catarsis es una hipnosis, date cuenta al despertar que la guillotina fue una realidad. PAÍS DE MUERTOS.

Estamos en la liza y no te diré perdón. NECROFILÍA, NECROFILÍA...Nena, niño, hazme el favor, el amor... ¿tienes idea de quién soy?
Qué eres oh tú, ángel de la destrucción, sólo humano con alas... Volar es tan difícil. El fuego quema, puedes creerme, el fuego quema.

No ha ganado nadie pero perder es un deseo insoslayable. Hazme el amor. OTRA PALABRA. Nadie dice nada, nadie escucha.
Bailan. Salaz, lascivo, todos son pudendos. No sé, no sé. Todos están locos, ríete bufón, ríete bufón... y cuando nos damos cuenta de que podemos abrir los ojos, de que podemos saltar...ZAS. Te digo mi amigo que yo prefiero saltar.

Las cicatrices de la luna. ¿Entienes?

¿Por qué el camino se encoje cuando la noche se alarga?, ¿por qué se abre la puerta que nunca se abre?, ¿por qué lloras?, ¿por qué esa luz me traga?, ¿por qué ya no te veo?
las manos de un árbol se agarran a la tierra y ése dice "no me moverán, nunca me moverán de la tierra negra como la noche, de la hierva y el jazmín..."
veo a los que se fueron y no volvieron, veo que no veía. Abro la puerta y no dejo de llorar.
El tren abre su boca y me deja entrar, al otro lado de las ventanas oscuras, estás tú, con olor a caramelo en lata, con piel de lija cortada por el frío, leyendo algún libro de Cortázar.
ves a los diablos correr como perros, a los dioses pescando personas, a los lobos aullando al hombre que nunca fueron, a la luna lamiendo el fuego de los soles que la queman, sus cicatrices son hermosas desde aquí, desde la tierra, pero he de decirte que yo no soy humano, realmente quiero decírtelo pero estás en otro lado, por eso salgo antes de que fantasmas de ruido cierren puertas y pingüinos cristianos bendigan un lote de esperanza que encontré en esos ojos, tristes, huecos, como mirando a la tierra consumirse, tragarse desde adentro... Uróboros ha alcanzado su cola.
Estoy frente a ti, o más bien a tu lado, a su lado, ¿ENTIENDEN?...a su lado...se siente bien hasta que las águilas vuelan y las voces de padres ausentes, de realidad sin amor, sólo historia, sin genero, sin olor...ella se va. Te vas, pero me ves antes de irte y callas mi boca, golpeas mi rostro, besas mis mejillas y luego te vas. Inclinas tu mano en las ventanas de las entrañas de ese gusano rodante. Te vuelves un árbol, yo me rompo...he perdido mi matriz. Mami, ¿estás aquí?...pero estoy feliz, me estoy rompiendo y seré polvo; me iré a mi hogar.
No tengo hambre, nunca la he tenido, o tal vez lo he olvidado. Alguna vez aprendí a hacer daño, pero ya no, pero algo suena en mi estomago...es una estrella, la puerta de una estrella. Alguien toca, si abro me iré, me iré lejos, lo sé, pero no lo sé... ¿entiendes?
“No me moverán, nunca me moverán de la tierra negra como la noche, de la hierva y el jazmín..."
Hay días en los que tus ojos pueden matar cuando ya no están, cuando se cierran.
Mi mente es senil y ya no tengo preguntas...a veces, en mi hogar, me acuerdo de vos cuando veo las cicatrices de la luna y escucho a los árboles cantar...fin.

sábado, 30 de junio de 2012

Etapa

Ojalá pudiera encontrar alivio de los diarios tormentos producidos por una etapa, llena de debuts y emociones con gangrena y migraña. Pero no arregla las cosas, no me salvan de las situaciones enfermizas el conocer la guerra y sus victimas, el saber la fortuna de no haber sido una victima del mini Hitler, ese Mussolini, de no haber sido objeto de estudio en las teorías de Rusenberg, el no haber conocido la desgracia de los enfrentados con los políticos de mi país y sus vínculos deshonestos, o el haber presenciado el horror producido por Mengele, o por la mirada fría y rusa de Stalin. No me termina de salvar de mí, el cantico tristemente alegre de Héctor. No me hace sentir menos marginado cobijarme en las leñadoras rasgadas mientras salto y canto las canciones de Kurt, o en la niñez grisácea y tristona de Shirley Manson.
Como un idealista en un campo de estereotipos que explotan como minas y me dejan sin revolución, consumido por el ideal en un tal nepotismo, me hacen perder mi alma y convertirme sólo en otro estúpido ácrata, sin capacidad para dirigir un movimiento beligerante y posiblemente positivo o por lo menos honesto. Y qué más da. Otro drama adolecente y el techo que se queda sin color, y un poema que desgarra las entrañas y me hace escribir y escribir. 19 páginas han pasado, deshojando los campos de mi discordia y mi mentira, hasta quedar sólo como una bacteria, amada, necesitada, supuestamente confiada ante la falsa sonrisa que se esconde detrás de un mesón de ayuda al cliente, o la falda de última moda de otra idiota, pese a que pueda o no ser inteligente o interesante; el desinterés por el mundo reanima mi interés por un masturbación nocturna, de cuentos sin protagonistas, de escapes en un cuento, en una mentira que me subyuga, más cómo una biografía de un ser ajeno a mi...un ser que no sería el del espejo sino el de la mirada triste, el del sentimiento psicópata y maniacodepresivo. Mentiras repletas de verdad, depresiones afrontadas con Fluoxetina, y la rama de coca “saborizando” el humeante cáncer que me cuenta los segundos en los que mi auto-daño prosigue.

Familia y otros contextos, otros lubricantes que permiten la perforación del muro que protege del tacto amoroso o de una agobiante y enfermiza tristeza.
Conformación de emociones y apegos, navegando en un mar de letras y realidades infinitas y ficticias. En un coche de consciencia y momentos de intrigas y dudas. Confundido. Por eso la cama me traga y me descuartiza como si un Freddy Krueger con la cara de mi padre, se abalanzara sobre mi aburrición y mi inconsciente, porque hay cosas que no se resuelven sólo con inteligencia, por lo menos no cuando se cree que puede mantener una relación interpersonal simplemente con inteligencia...otra exigencia...no ser demasiado quisquillosos.

Rebelar los pensamientos oscuros que envuelven la mente y la inseguridad, sexual, social, existencial. Y permitirnos conocer otro pensamiento, es encadenarse y ser un soldado de guerra, y como dijo Rambo en su última película: "Vivir por nada y morir por algo". Pero realmente no es tan importante el hecho de morir sino de vivir con un algo por lo que morir, muy Fito, muy Aristóteles, muy droga y humanismo, muy estúpidamente encerrado en una etapa.