miércoles, 15 de junio de 2011

FE


FE

Dicen en mi país, “aquí nadie sabe lo de nadie”, que “amigo era el ratón del queso y se lo comió”, que pa las penas nada cura más que un guaro, y que pa las traiciones nada mejor que una buena ranchera.
Lloran las sátiras en el aguardiente de tu piel, suda el cerdo la codicia de tu carne, llora la vida la presencia de tu ser, y yo me pregunto, quién eres vos, de quién sos amigo…ratón o queso, bala o palabras, alerta o reacción.
Alerta está el sicario. La cruz besa su pecho, su sueño es el sueño del mendigo, la necesidad es el causante y también es el enemigo, no vale la pena especificar a qué va cada cosa, en qué lugar van tus besos de cuestiones.
El pobre besa la tarima de la fama, el rico besa la codicia en el talento. Pobreza mental en los ricos de ricos y en los pobres de pobres, reyes en la disco de la dama miseria, donde todos hacen bailar sus pena, como esqueletos que lloran lagrimas huecas… un paso en falso y una pierna vuela, se activa el corazón de granada, las miradas que claman un poco de ayuda y los oídos sordos que dejan el recado al señor olvido y al señor amnesia, hijos del señor indiferencia.
En las calles de Cartagena, el mar sucio espeta con su bayoneta de agua salada, impugnan las malezas que se quedaron sin libertad. Vuelan las palomas, buscan refugio, se avecina el diluvio, lagrimas acidas del vomito del anoréxico, el bulímico y el desnutrido. Lluvia de suplicas que hace el suicida, que hace la madre, que hace el boxeador, cada vez que se dan la bendición, diciendo “Chuchito no abandona al que en su fe se apoya y en su regazo busca ayuda”. Se pudre la fe en el cincuentón, o se aferra con más ganas al conformismo de su fe de queso.
Son los escritores, los cantantes, los usuarios de vida, los que lloran el regalo de la existencia, son los locos los tercos, los que se ponen camisa de fuerza cuando comienzan a estar cuerdos, con la euforia y la depresión azotando a los “normales”, al coro que llora lo bizarro de la cultura, de dura vida, que a medida  que la vida dura, pide descanso, pide paz.
La inteligencia pide ayuda a la sabiduría, se deprimió con premura al ver lo que era la vida, la experiencia vaga en lo que en los libros no se aprende. Llora el poeta imaginando lo que es el desamor, lo descubrió….efectivamente lloró, con la mojigata ilusión cayendo cobarde en una copa de aguardiente, en un sancocho hecho por mamá, y con la lágrima obligándolo parar, con la experiencia que lo obliga a usar la inteligencia, agradecerle al sabio, y seguir el camino, el camino que alegra y endurece al corazón.
Qué se yo de vos, dama de nieve y boca de neón, que se yo de vos, locura de vida, pensamiento de Dioses, o de Dios, qué se yo de vos para obligarme a creer. Tal vez si no hablas, si no piensas, si no haces nada, me amañare a vos, como el que se acostumbra al miedo y al dolor, pero no dejare de preguntarme, quién eres vos, ratón o queso, bala o palabras, alerta o reacción.

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