lunes, 25 de julio de 2011

SUPLICA

SUPLICA

Con expresiones de vulgar proveniencia busco el fin del trance que culmina con los rieles.
El paso de la vida destapa la rosa que nace marchita, el margen de error que en tus ojos no termina. La repetición  de un tecnicismo que llena al poema, hace gritar al que escribe, generando inquietudes y escándalos.
Corre, corre rápido, a donde la lluvia es de sangre y los días son felices con el mutismo y las diarias consternaciones…cambiamos la palabra por un eufemismo que genera discordia, aberración en las fauces del viento, viento que ata cadenas hacia el firmamento.
Mi ser en tercera persona, llama realidades de fuegos que no callan. Herida de piedra, firmamento de estrellas. Se congela el júbilo con las necesidades de la expresión, poesía en las letras cantantes hoy no alivian la congoja y su falta es presente en el vacío.
Si dormir es un alivio de nocturna satisfacción, que caiga el sol y que la luna alivie cual farol.
Verdad espeta las confusiones. Poe, Benedetti, Rimbaud, leo los poemas a media métrica en mis ojos de medida y contenida emoción, esto no es una buena expresión de citrones o eufóricos, hoy el tiempo muerto es la utopía del preso al verse consumido por el tiempo, como la noche que se quiebra, como ese cielo de cristal que se rompe y distorsiona mi imagen y tapa mi grito de ayuda.
Los días pasan con tanta constancia que es difícil adivinar que el inesperado suceso pasa a la par de pocos segundos de existencia, por eso no te das cuenta del sufrimiento del hecho que va en secuencia, mordiendo corazones y eliminando sentimientos.
Flagelaciones de amorosas impugnaciones y enajenaciones, en busca de ataraxias que se alejen de cualquier episteme. Odio, es la palabra del amor que se maneja en los días amantes, amantes de discordias y de muertes tan físicas como espirituales.
En la piel del hermafrodita, el seno materno de una mujer, pecho de espinas con la leche que alimenta al árbol infante. Plantas que caminan consumidos por el regalo de Prometeo, por el fuego que yace en los ojos de los incontenidos y los malditos.
No me distraigas celeste flor de mujer, no me molestes más Zeus, que tus rayos caen en el mito hoy tan transformado en una cristiana religión, que confunde más mi destino sin rito más que el de la existencia, como una ninfa que se pierde en el mismo lago donde murió ahogado Narciso.
Hoy y los días, mañana y los años, viajan con alas de mariposa, asesinadas por polillas, carcomidas por hormigas, violadas por la vida, vida de paso indiferente y grata, que a vos no te culpo pues sos vos la que maneja esta fe tan mía y tan de erratas.
La rima en una prosa hace sin sentido el escrito más o menos claro que hago entre lágrimas, con los ojos llorosos que miran al cañón de la pistola, que miran la sonrisa de una parca, que llega acariciando mis despojos.
Si muero, muero por vos, porque la vida escala por tu abdomen, porque en ti mujer, encuentro la briza de fuego, porque el tiempo escala amante por tus ojos hasta la vejes de tu cuerpo hermoso y desnudo, la juventud que no se pierde al pasar los milenios, con la inocencia de una niña y la vida de una mujer, tan tierna como la polémica subjetividad, tan hermosa como vos. Ayúdame esta noche y todas las noches, convierte mis lágrimas en perlas para pagar tu estancia, hazte en mi cama con los veranos que tocan las pieles, ayuda a mi vida con tu tacto mujeril, no me perdones ni me digas que me amas, quédate ahí, tan inexistente, como tu estancia.
BANG. Que importa si el disparo mata lo físico, si con el sonido de la lágrima que cae cual campana muere el alma buscando ayuda, ayuda que nunca llegó, y que sigo esperando.
Con expresiones de vulgar proveniencia, busco el fin del trance que culmina con los rieles.
Fin

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