viernes, 29 de julio de 2011

Prendado a ti

Prendado a ti

Prendado a las luces somníferas de los faroles que eyaculan luces intermitentes, mientras un esperma de esporas se combina con la lluvia que me empapa la cara. La noche déspota abusa de los encuentros que te llaman como una partícula de agua, lágrima en reversa que vuela al cielo, mientras el mundo para y retrocede el llanto del niño que hace poco estaba soñando.
Ideas originales en un huracán de vasos en el que nos ahogamos con agua, besando bacas que se llevan ideas parecidas al Katrina, mamando los hedores discontinuos de las miradas que a momentos perfeccionan los instantes en los que tu boca calla la mía como gritándome; “¡Shut up!, kiss me now…”, lloran los arrecifes mirándonos bailar por el patíbulo, orgullosos con los cantos de horcas, alabando la libertad de tus besos, y bailando en sonrisas los dientes  como recibiendo  recompensas después de un asenso, mientras tu libido satisface mis modorras, y el aire se endulza con algodón de azúcar que dopa los sueños de analgésico que llaman a tu estancia afrodisiaca, y a tu calma tan tranquila, como la amistad de la noche con el día.
Duerme escuchando los latidos de un bongo con mis sátiras instrumentales que llenan con timbales las dudas, las nubes, las prisas, los temores, y mis latidos. Minutos de nada son necesarios en la esquina del algo. Un refugio de extraños, un refugio hecho de sueños, de existencialismos, de libres pensamientos, que no alaban y que no aman, que fluyen como el agua amante que te baña.
Una vez, dos o diez. Las veces que consumo de tu piel son los sueños que te llaman, ¿qué serás, qué serás?, mujeril, masculina, forma de ángel, forma sin forma. Interpretación asociativa de tus cantos silenciosos dirigidos a mis percepciones, que vagan en carreteras de humo y lluvia, donde discuto con duendecillos, reclamando la hoya de oro que me encontré recorriendo el arcoíris.
Te beso la piel de chocolate, los muslos de una ninfa que llenan tu cuerpo de excitantes historias que recorren a un mundo de hormonas, con el morbo y el adulterio, de un te quiero que se transforma en deseo.
Seguimos caminando en el patíbulo, en el que el algo nos fusila y a cuatro calles de distancia nos separa, en el barrio de los desconocidos y los vivos, en donde los sueños no se recuerdan y las musas se pierden llamando a tus ojos…vos que eres la vida, las cosas, los sueños, las vagancias y las seductoras y apetecibles modorras que nos llaman después de despertar. Viéndote a ti, puedo soñar, prendado a las luces somníferas de los faroles que eyaculan luces intermitentes, mientras un esperma de esporas se combina con la lluvia que me empapa la cara, besando tus besos, diciendo tu nombre…vida.


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