domingo, 28 de agosto de 2011

Poeta

Poeta

Mi obsesión con el tiempo está consumiendo casi todos mis escritos.
Mi poesía ahora sólo se condena al minutero.
Las estrellas ya no alumbran con el filo de la noche, brillan con los ojos del ayer. Una galaxia succiona mis pensamientos, en ella delfines mueren asesinados por orcas come delfines y come focas, en esa galaxia, los días pasan lentos para que la memoria dance como una imagen que se antepone al suceso…somos eternos. En mi efímera vida el letargo se hace inmenso. Un gigante, un titán, que cae del olimpo y besa la tierra de los sueños que caen, y se hunde en la tierra como una semilla hueca…No florecerá la ilusión pasajera. El motivo del azar se condena en mis ojos. Ilusión no te acerques a despojos. Musas y deidades de dolorosas creencias.
Hoy me flagelo con mi patria, las prendas que dejaste, que dejaron, esas mujeres que se tendieron cual sabanas en mi piel de fantasma…hoy pasan las dudas en los días, días condenados por un minutero, y la poesía trata de escapar de la monotonía de las expresiones. Monocorde  y taciturno se vuelve el escape del esclavo.
La vida escapa en mis palabras con generalizaciones, la subjetividad de mi emoción palpa tu capricho como la espalda helada del acero. Me congela tu egoísmo tan falto de nobleza y que tú llamas nobleza… ¿a quién va dirigido esto?, ¿a la mujer que conocí ayer o a la que conocí hace un año?, ¿a ti que eres la emoción sin expresión tangible?, ¿o a ti lectora de mis versos a veces de rimas y otras no?...yo pregunto a la duda ajena y a la mía propia… ¿es eso de verdad importante?
Mueren las cruces con mitos que dejaron de ser mitos y formaron leyes. Hoy mis lágrimas extrañan la metáfora mística que envolvía a la fe y a la creación, esa envuelta de polémicas historias e incestos divinos. Extraño con fervor el qué será sin respuesta. Quiero crear mi camino al lado de cocodrilos y corderos apacibles.
Enmarañada está la esencia de la vida, de mi vida, puesto que no me interesa mucho la ajena. Mi vida no se define en pocas palabras, no si hablamos de lo empírico y de los besos náufragos que tú, lector de mis poemas, le das a la vida, a la esperanza, a la duda, a la tristeza...
Mis lágrimas caen putas ante un poco de calor, calor acogedor, el de la respiración en la espalda, con soplo auto-medicado de satisfacciones intermitentes.
Morfeo danza en mi vida y Dios cristiano en la biblia y los ojos de mi madre. La muerte se congela con el paso de un reloj finísimo, uno que no danza con minuteros, ni con flechas que pronostiquen segundos. Sino uno que congela las muertes con su paso hipnótico, uno donde viven las orcas que saltan como detenidas por la memoria, en cámara lenta. Uno donde vive la presa, que incluso hoy, ayer y mañana, seguirá llamándose poeta.
Fin

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