jueves, 17 de noviembre de 2011

EL DESIERTO DE NARANJAS Y EL VIENTO OCULAR


Camilo Andrés Betancourt Restrepo
EL DESIERTO DE NARANJAS Y EL VIENTO OCULAR
      Los pensamientos caen convertidos en cristal, en lágrimas nevadas en cielo inerte. Suenan las campanas que rompen nuestros ojos helados y congelados... nuestra mirada de vidrio que no quiere traspasar el espejo.
      La libertad ametralla a los ciudadanos de la patria moral. El Presidente del apocalipsis se acerca con pinta de paraíso de Teletuvis.
      Hoy, ayer y mañana tus ojos se convertirán en un jardín de mandarinas que saben a estafa y a manzana, tus tratados de paz en hojas de limón que sanan las heridas y nos dejan con miedo al golpe que se cicatriza en la piel de las nostalgias.
      Mudos en la monotonía de la expresión, y vos y yo nos paramos antes de abrazarnos, con el amor insano en la copa del sombrero y el conejo de la magia huyendo con Alicia de los segundos y el minutero. Cantan las nubes el asombro de los vientos, y fuman los carros, humo negro de rechazo, y te vas en la carretera, y yo palpo amargo el fraseo rebuscado de las dudas en verano…
       Invierno, me mata el invierno y me congela el sol de gelatina en esta primavera.
      Otoño en las carnes del adiós sin precedente, imaginación en cada pedazo malgastado de mi obsesiva obsesión, cae, como caen los locos, los suicidas, en cualquier estación, y las hojas en otoño.
      Cachitos de cerebro en el cereal de mi inconsciencia y mi demencia simple y sin desencia; bipolaridad en mi trastorno afectivo y versatilidad en los murmullos. Come, come lindo coco-espanta niños, que las almojábanas de los sueños hambrientos tienen gusanos y pesadillas alrededor.
     Nos dejamos en crisis y no volvemos sin derrotas.
    La porcelana favorita de tu madre se rompió y ella sólo te culpa a vos….no, que no sepas que fui yo, porque me gusta tu tristeza y tu necesidad, maltratarte mentalmente y hacerte llorar haciéndote sentir culpable… Me pondré senos y alimentare tu lastimado orgullo mientras me llamas mamá… Rasgos identificables en los roles de la historia.
Con catana en mano y las putas en el cuarto hoy soy el samurái que practica el harakiri y el libro de Nietzsche que se contradijo con la existencia. Hoy soy Dios no creyente de sí mismo y soy la inmensidad del vacío.
      Las ganas cesan en tu saliva aguardientera, y tu pecho venenoso se vuelve aletas de pescado. Tratas de nadar en el desierto de la vida y en el furor del cuerpo a cuerpo. Qué poco queda de nosotros si nos volvemos un despojo de nosotros.
      Y te vi sin conocer tu nombre. Te vi en una pesadilla y tú te acurrucaste con euforia en mis manos que te ahogaban, mientras matas de mango caían a contra luz, y tus ojos como los míos se rompían como cristal…y sin gustarnos el inicio del poema, nos vestimos en la copa de la cama y nos vamos sin decir adiós…
Fin  

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