viernes, 13 de enero de 2012

Historia de polvo, el desierto de ahora

Historia de polvo, el desierto de ahora

Pasamos entre los escollos creyendo que todo sería mejor que la beldad y cómo no,
pero al llegar sólo vimos banderas caídas, y una mentira quemándonos las lágrimas.

Abandonamos nuestros estandartes para ver que lo que será serán nuestros ojos en el cielo y no lloraremos. Nuestro ancora se derrumba entre postigos de sal y cuervos de mar, y ya no queremos más poemas y a la mierda y a la sangre todos los recuerdos y las remembranzas de ensimismamientos fuera de guerras, de analgésicos mentales, de morfina para el cuerpo, para el dolor quemante en las noches de paz y memoria.
El olvido nos espetó y no lo vimos, fue como una ilusión pasajera, siendo cenutrios en nuestra fe, lelos en el camino del agotamiento. Y nuestro cuerpo palidece y se vuelve lívido, y no hay libido en nuestras mentes, sólo un amedrantado suspiro de violentas miradas, de golpes al cuerpo de cuero, de sangre mutuante, de risas ajenas... déjenos en paz.

Estatuas de alabastro que antes se movían, se les impuso el statu quo. El pelo enmarañado del tiempo tiene caspa de olvido y mugre de lágrimas.
Corrimos hasta que nos oxidó las prisas y nos volvimos viejo polvo metálico que por el viento corría...vamos a donde las aves vuelen en el mar y cruzan la tierra, vamos a donde no hay un donde fijo, aunque entre vos y yo jamas lo ha habido.
Volamos a nuestro espacio y nos percatamos de la blancura de nuestros ojos idos, y somos maniquíes jugando a ser nuestro de Dios. Como títeres en esta obra sin reglamento.
Nuestras lenguas están en los vestidos de arena y en las dunas de las estrellas de una dama de polvo, de una garganta tan árida en una boca sin esperanzas. Tuvimos que salir de esas olas de polvo, tuvimos que escapar mientras nuestras manos sangraban, mientras nuestros pies se acababan lentamente y el sudor nos llegaba a la boca igual que las lágrimas, nos escondimos entre los arboles altos, altos como los palos que nos atravesaban el pecho y no nos dejaban respirar... queríamos descansar.
Siempre aguantando los golpes de un fulano y sufriendo sin hadas y también sufriendo sin vos...no es que nos queramos, nuestros  ojos recitan la paz de nuestra guerra, guarda tu calibre, yo guardo mis palabras y sólo corramos de esta sal amarga que nos atrapa en sabanas de esclavo, sin lucro y con espanto. Somos una puta y un mojigato, nuestra mirada sin niñez se opaca en nuestra riza sin luz...mira la noche y palpa mi ataúd y mira que no estoy en el, porque me he ido montado en un burro que me lleva al tiempo futuro que no existe, y me hace perder entre las plumas del sol y la huida de los gitanos...vuelan las guacamayas y dejamos de creer, en banderas, en patrias, sólo el polvo nos abriga mientras nos perdemos en el viento de mugre, y de arena...

No hay comentarios:

Publicar un comentario