sábado, 30 de junio de 2012

Etapa

Ojalá pudiera encontrar alivio de los diarios tormentos producidos por una etapa, llena de debuts y emociones con gangrena y migraña. Pero no arregla las cosas, no me salvan de las situaciones enfermizas el conocer la guerra y sus victimas, el saber la fortuna de no haber sido una victima del mini Hitler, ese Mussolini, de no haber sido objeto de estudio en las teorías de Rusenberg, el no haber conocido la desgracia de los enfrentados con los políticos de mi país y sus vínculos deshonestos, o el haber presenciado el horror producido por Mengele, o por la mirada fría y rusa de Stalin. No me termina de salvar de mí, el cantico tristemente alegre de Héctor. No me hace sentir menos marginado cobijarme en las leñadoras rasgadas mientras salto y canto las canciones de Kurt, o en la niñez grisácea y tristona de Shirley Manson.
Como un idealista en un campo de estereotipos que explotan como minas y me dejan sin revolución, consumido por el ideal en un tal nepotismo, me hacen perder mi alma y convertirme sólo en otro estúpido ácrata, sin capacidad para dirigir un movimiento beligerante y posiblemente positivo o por lo menos honesto. Y qué más da. Otro drama adolecente y el techo que se queda sin color, y un poema que desgarra las entrañas y me hace escribir y escribir. 19 páginas han pasado, deshojando los campos de mi discordia y mi mentira, hasta quedar sólo como una bacteria, amada, necesitada, supuestamente confiada ante la falsa sonrisa que se esconde detrás de un mesón de ayuda al cliente, o la falda de última moda de otra idiota, pese a que pueda o no ser inteligente o interesante; el desinterés por el mundo reanima mi interés por un masturbación nocturna, de cuentos sin protagonistas, de escapes en un cuento, en una mentira que me subyuga, más cómo una biografía de un ser ajeno a mi...un ser que no sería el del espejo sino el de la mirada triste, el del sentimiento psicópata y maniacodepresivo. Mentiras repletas de verdad, depresiones afrontadas con Fluoxetina, y la rama de coca “saborizando” el humeante cáncer que me cuenta los segundos en los que mi auto-daño prosigue.

Familia y otros contextos, otros lubricantes que permiten la perforación del muro que protege del tacto amoroso o de una agobiante y enfermiza tristeza.
Conformación de emociones y apegos, navegando en un mar de letras y realidades infinitas y ficticias. En un coche de consciencia y momentos de intrigas y dudas. Confundido. Por eso la cama me traga y me descuartiza como si un Freddy Krueger con la cara de mi padre, se abalanzara sobre mi aburrición y mi inconsciente, porque hay cosas que no se resuelven sólo con inteligencia, por lo menos no cuando se cree que puede mantener una relación interpersonal simplemente con inteligencia...otra exigencia...no ser demasiado quisquillosos.

Rebelar los pensamientos oscuros que envuelven la mente y la inseguridad, sexual, social, existencial. Y permitirnos conocer otro pensamiento, es encadenarse y ser un soldado de guerra, y como dijo Rambo en su última película: "Vivir por nada y morir por algo". Pero realmente no es tan importante el hecho de morir sino de vivir con un algo por lo que morir, muy Fito, muy Aristóteles, muy droga y humanismo, muy estúpidamente encerrado en una etapa.

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