Ojalá pudiera encontrar alivio de los diarios tormentos producidos por una
etapa, llena de debuts y emociones con gangrena y migraña. Pero no arregla las
cosas, no me salvan de las situaciones enfermizas el conocer la guerra y sus
victimas, el saber la fortuna de no haber sido una victima del mini Hitler, ese
Mussolini, de no haber sido objeto de estudio en las teorías de Rusenberg, el
no haber conocido la desgracia de los enfrentados con los políticos de mi país
y sus vínculos deshonestos, o el haber presenciado el horror producido por Mengele,
o por la mirada fría y rusa de Stalin. No me termina de salvar de mí, el cantico
tristemente alegre de Héctor. No me hace sentir menos marginado cobijarme en
las leñadoras rasgadas mientras salto y canto las canciones de Kurt, o en la
niñez grisácea y tristona de Shirley Manson.
Como un idealista en un campo de estereotipos que explotan como minas y me
dejan sin revolución, consumido por el ideal en un tal nepotismo, me hacen
perder mi alma y convertirme sólo en otro estúpido ácrata, sin capacidad para
dirigir un movimiento beligerante y posiblemente positivo o por lo menos honesto. Y qué más da. Otro
drama adolecente y el techo que se queda sin color, y un poema que desgarra las
entrañas y me hace escribir y escribir. 19 páginas han pasado, deshojando los
campos de mi discordia y mi mentira, hasta quedar sólo como una bacteria,
amada, necesitada, supuestamente confiada ante la falsa sonrisa que se esconde detrás
de un mesón de ayuda al cliente, o la falda de última moda de otra idiota, pese
a que pueda o no ser inteligente o interesante; el desinterés por el mundo
reanima mi interés por un masturbación nocturna, de cuentos sin protagonistas,
de escapes en un cuento, en una mentira que me subyuga, más cómo una biografía
de un ser ajeno a mi...un ser que no sería el del espejo sino el de la mirada
triste, el del sentimiento psicópata y maniacodepresivo. Mentiras repletas de
verdad, depresiones afrontadas con Fluoxetina, y la rama de coca “saborizando”
el humeante cáncer que me cuenta los segundos en los que mi auto-daño prosigue.
Familia y otros contextos, otros lubricantes que permiten la perforación
del muro que protege del tacto amoroso o de una agobiante y enfermiza tristeza.
Conformación de emociones y apegos, navegando en un mar de letras y
realidades infinitas y ficticias. En un coche de consciencia y momentos de
intrigas y dudas. Confundido. Por eso la cama me traga y me descuartiza como si
un Freddy Krueger con la cara de mi padre, se abalanzara sobre mi aburrición y
mi inconsciente, porque hay cosas que no se resuelven sólo con inteligencia,
por lo menos no cuando se cree que puede mantener una relación interpersonal
simplemente con inteligencia...otra exigencia...no ser demasiado quisquillosos.
Rebelar los pensamientos oscuros que envuelven la mente y la inseguridad,
sexual, social, existencial. Y permitirnos conocer otro pensamiento, es encadenarse
y ser un soldado de guerra, y como dijo Rambo en su última película:
"Vivir por nada y morir por algo". Pero realmente no es tan
importante el hecho de morir sino de vivir con un algo por lo que morir, muy Fito,
muy Aristóteles, muy droga y humanismo, muy estúpidamente encerrado en una
etapa.
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